Análisis Sekiro: Shadows Die Twice

Nombre: Sekiro: Shadows Die Twice          Plataforma: PlayStation 4, Xbox One y PC

Género: Acción, sigilo                               Distribuidor: Activision

En 2009, justo 10 años atrás, Hidetaka Miyazaki y el hasta entonces desconocido From Software nos trajeron Demon´s Souls. Después nos llegó la saga Dark Souls y Bloodborne, terminándo de depurar la fórmula (e incluso experimentando un poco con ella en el caso de Bloodborne) y creando escuela y prácticamente un género propio.

   Pues bien, una década después llega a nuestras manos Sekiro, la última obra de Miyazaki. En esta ocasión nos lleva a recorrer una versión algo fantasiosa del Japón feudal, de la única mano de un maestro shinobi. Preparaos para seguir el difícil, difícil, camino de un ninja. Ésto es Sekiro: Shadows Die Twice.

 

HISTORIA

La historia en las anteriores obras de From Software siempre ha sido bastante críptica y misteriosa, cuanto menos. Básicamente se puede resumir en que nos informan de que estamos malditos y, a partir de ahí, era el jugador el que decidía dónde quería, o podía, ir en su viaje para tratar de romperla. El mundo estaba lleno de una historia, un lore, terríblemente rico y profundo, pero no nos lo ofrecía de una forma clara y directa. Como en el resto de cosas, era el jugador el que debía ganárselas y arrancar todo lo que pudiese sobre ello.

   Sekiro, en cambio, sigue una narrativa más convencional, más clara, anque renuncia en parte a la sutileza y misterio de sus predecesores. Nos sitúa en el Japón feudal, a finales del período Sengoku en el siglo XIV. Las tierras de Ashina, al igual que el resto del país, está devastada por la guerra. Es en mitad de un campo de batalla donde un shinobi encuentra a un joven huérfano, sólo y rodeado de cadáveres. Toma al niño bajo su tutela, lo bautiza como Lobo y lo instruye en los caminos del shinobi y el Código de Hierro.

   Años después, convertido ya en un maestro shinobi, el Lobo entra al servicio del joven señor Kuro. Sin embargo, su maestro es secuestrado para tratar de utilizar los poderes ancestrales que se esconden en su sangre, para usarlos en las guerras constantes que asolan la región.

   Habiéndolo perdido todo, el Lobo de Kuro se embarca en una misión para rescatarle, como es su deber. Como dice la segunda ley del Código de Hierro: "Defiende a tu amo con tu vida. Si te lo arrebatan, recupéralo a cualquier precio".

 

GRAFICOS

Como ya ocurría con el resto de títulos de Miyazaki, la parte técnica no es punto fuerte de Sekiro. No esperéis encontrar resoluciones altas, de 1080p UlraHD ni cosas parecidas. Además, en este punto también hay que señalar que, en consolas, de vez en cuando nos encontraremos con alguna bajada de frames. Nada grave ni que nos estropee la experiencia en modo alguno, pero ahí están.

   Sin embargo, que la cuestión técnica no llegue a ser excelente no quita que visualmente sea una auténtica joya. Y es que el diseño artístico, tanto en cuanto los personajes como, sobre todo, los escenarios, es realmente magistral. El diseño de los personajes y enemigos está cuidado al detalle y destila una calidad increíble por los cuatro costados. Si tenemos que sacarle algún defecto de forma rebuscada, habría que señalar que, en su mayoría, tanto los enemigos normales como los jefes o mini-jefes son de tipo "humano", o humanoide cuanto menos, con menos anumales y bestias míticas de lo que estamos acostumbrados a ver en los juegos de From Software. Que también los hay, ojo, pero en una cantidad bastante menor.

   En cuanto a los escenarios, su diseño es prácticamente lo mejor que podamos encontrar en cualquier juego. Son una auténtica delicia para la vista, sobre todo en el caso de las zonas abiertas, con una gran cantidad de detalle. Ya avancemos por zonas nevadas, crucemos una garganta rocosa donde un paso en falso nos arrojaría al vacío, o atravesemos un castillo japonés consumido por las llamas, explorar los escenarios de Sekiro siempre resulta espectacular y satisfactorio.

   Además, en este caso el Lobo tiene muchísima más velocidad que los personajes que controlábamos en los Souls, tanto en velocidad como, sobre todo, en capacidad de salto. Por tanto, al diseño de los escenarios hay que añadirle una nueva dimensión de verticalidad. Esto añade complejidad a los escenarios, pero está integrada de una forma tan magistral que el explorarlos nos resultará realmente satisfactorio, y hará que tratemos de descubrir todos los secreos que podamos encontrar. Realmente de lo mejor que podremos encontrar en este aspecto.

   Como punto negativo, hemos de decir que, llegados a cierto punto, hay varias zonas que se reutilizan.

 

SONIDO

En el apartado sonoro, Sekiro destila tanta calidad como en el resto. Los temas, con un claro y más que lógico tinte oriental, Además, mientras que en el resto de Souls la música era algo un poco más secundario, apostando por un acompañamiento más suave o, directamente, por el silencio, aquí toma algo más de peso. Escucharemos varios temas, tanto unos más tranquilos, de acompañamiento, mientras exploremos, sin que nadie nos haya visto; temas algo más tensos cuando los enemigos estén alerta, buscándonos; o temas más activos, frenéticos, mientras estamos en combate. Todas estas composiciones, aparte de ser realmente buenas, nos transmiten perfectamente la situación en la que nos encontramos, sin resaltar, molestarnos o hacerse pesadas en ningún momento, y nos meterán cada vez más en la partida y en el mundo que recorremos.

   El resto de efectos sonoros también son muy buenos. Mención especial al ruido de las espadas, que realmente hará que, por momentos, sintamos que de verdad estamos en una lucha a muerte.

   Por último, debemos mencionar el tema del doblaje. Sekiro viene doblado a seis idiomas, incluídos japonés y castellano. De hecho, el juego nos propone el idioma nipón como idioma predeterminado, lo que apoya la inmersión en él. Todos los doblajes son de una calidad enorme, pero, en concreto, el doblaje al castellano es magnífico. Como opinión personal (al fin y al cabo, para gustos los colores, como suele decirse), es el doblaje más logrado de todos, incluído el japonés, con unas voces más características y mejor asociadas a cada personaje.

   También debemos señalar que, al contrario que nuestros personajes en las sagas Souls y en Bloodborne, el Lobo sí hablará en esta ocasión, aunque es parco en palabras.

 

JUGABILIDAD

Al tratarse de un nuevo trabajo de From Software, uno podría esperar que Sekiro fuese un nuevo Dark Souls, o incluso una variante como fue Bloodborne en su momento. Incluso, al tratarse de una aventuras de ninjas, también podría esperarse que bebiera más de la cuenta de Tenchu, también hijo de Miyazaki. Sin embargo, y aunque en un primer momento podremos ver similitudes con sus antecesores, muy pronto nos damos cuenta de que Sekiro es más que un mero sucesor de fórmulas pasadas. Sin perder la esencia más básica, lo rehace de nuevo para ofrecernos algo nuevo y totalmente propio. De hecho, los más veteranos de Dark Souls deperán dedicarse a desaprender los hábitos que traigan a sus espaldas antes de nada, ya que suponen más un impedimento a nuestro avance que una ayuda.

   Sekiro está totalmente orientado a una mezcla perfecta de acción y sigilo, dejando de lado la mayor parte de elementos RPG de sus ancestros espirituales. Ahora ya no nos crearemos nestro propio personaje, sino que encarnaremos únicamente al Lobo de Kuro. Tampoco podremos dedicarnos a farmear almas para mejorar nuestras estadísticas, aunque sí podremos adquirir nuevos ataques y habilidades de una forma parecida a ésta.

   La parte de la acción, el combate, es la principal diferencia y acierto de Sekiro. Mientras que podríamos decir que los Souls se centraban más en atacar y protegerse, y Bloodborne usaba más la evasión, Sekiro se desmarca de todo esto y nos ofrece un nuevo sistema. Sekiro introduce una nueva barra además de la de vida: la postura. Representa la estabilidad de la defensa, ya sea propia o de nuestros enemigos. Y el estilo de lucha shinobi se basa en romper la defensa de los enemigos para, en el momento que sean vulnerables, acabar con ellos con un movimiento letal y repentino. Por tanto, nuestro objetivo la mayoría de las veces no será golpear a los enemigos, sino tratar de romper su guardia para poder acabar con ellos rápidamente de un solo y espectacular ataque.

   Nuestra defensa también se puede llegar a romper, dejándonos totalmente vulnerables durante unos agónicos y decisivos momentos. Para evitarlos tendremos una gran cantidad de posibilidades de lidiar con los ataques enemigos. Podemos simplemente protegernos de ellos, con lo que evitamos el daño a nuestra salud, pero nuestra postura se acabará resintiendo. También podremos desviar el ataque enemigo protegiéndonos en el momento justo de recibirlo (el clásico parry), con lo que será la postura enemiga la que se dañará. Esta es quzá la técnica más importante que deberemos dominar si queremos sobrevivir en las tierras de Ashina.

   Los enemigos también pueden atacarnos con estocadas, que podremos contratacar con el miriki, un espectacular contragolpe en el que el Lobo pisará el arma enemiga, desviando el ataque y produceidno graves daños a la postura enemiga. Otra opción para nuestros adversarios será la de lanzar tajos horizontales, de los que no podremos defendernos. Para evitarlos deberemos saltar, ocasión que podremos aprovechar para patearlos en la cara y de paso romper su guardia. En ocasiones nuestros adversaiores tratarán de hacernos algún movimiento de agarre, en cuyo caso nuestra única opción será esquivarlo.

   Como veis, a pesar de que la idea básica es bastante sencilla, tenemos una gran cantidad de variables y situaciones posibles dentro de un combate. Y tendremos que elegir qué hacer ante cada ataque, además del momento para hacerlo, en cuestión de décimas de segundo, en el mejor de los casos. Y es que Sekiro es exigente con nuestra habilidad, quizá más que sus predecesores. Hasta el soldado más básico domina bastante bien la espada, ya ni hablamos de los jefes y los subjefes. Por tanto, no podemos limitarnos a machar el botón de ataque o el de guardia, esperando acabar con nuestros enemigos o con su guardia. Debemos mantener la sangre fría y hacer el movimiento preciso en el momento preciso. Y a pesar de que puede parecer imposible en un primer momento, la dificultad está realmente tan ajustada que, si perseveramos, iremos mejorando casi sin darnos cuenta y llegar a lograrlo.

   El sigilo también es la otra piedra angular del juego. Y es que no en vano controlamos a un maestro shinobi. La mayoría de las veces querremos alcanzar a los enemigos por detrás o desde una posición superior sin ser vistos, ya que eso nos permitirá ejecutarlos directamente. En el caso de los bosses y mini-bosses, a éstos deberemos realizarles dos movimientos de ejecución en lugar de sólo uno, por lo que no podremos eliminarlos directamente en sigilo. Pero en cambio sí que podremos hacer directamente la mitad del trabajo, dejándolos sólo a una ejecución de su derrota. Y creednos, en la inmensa mayoría de casos el tener que eliminarles una barra de vida en lugar de dos es una diferencia realmente gigantesca, por lo que incluso a estos enemigos también intentaremos atacarles desde las sombras.

   Como ya hemos señalado, Sekiro renuncia a muchas de las características de RPG de la saga Souls. Ésto incluye la masiva cantidad de armas que podíamos encontrar. En este caso únicamente dispondremos de nuestra katana, Kusabimaru, que nos acompañará durante todo el juego. A cambio dispondremos de diversas herramientas para e brazo protésico con el que el Lobo sustituirá al perdido en servicio de su señor. Desde shuriken ninja, una pesada hacha, un pequeño lanzallamas de brazo o una pequeña cantidad de pequeñas bombas, estos artilugios nos ofrecerán una enorme cantidad de posibilidades. Podremos llevar 3 equipados en todo momento, entre los que podremos variar rápidamente. El uso de estas herramientas gastará embemas espirituales, que vienen a cumplir la función de las balas de plata en Bloodborne. De esta forma, y a pesar de que podremos ir reponiéndolos a medida que acabamos con nuestros enemigos, también tendremos que tener bastante ojo con el uso de nuestra prótesis, y deberemos evitar caer en usarla en exceso.

   Conforme los enemigos van cayendo ante nuestra espada, vamos adquiriendo experiencia. Esta experiencia va llegando una barra de habilidad que, una vez llena, nos dará un punto y se reiniciará para volver a llenarla. En Sekiro, como ya hemos señalado, no podemos usar estos puntos para ir mejorando nuestro personaje, pero sí que nos servirán para ir desbloqueando nuevos ataques y habilidades con las que mejorar las habilidades de Lobo. También podremos juntar varios objetos de los minijefes, que, una vez juntamos los suficientes, podremos darlos como ofrenda en una estatua del Esculto (el equivalente a las hogueras) para mejorar la vitalidad y la postura de nuestro ninja. Esto hace que, si bien los minijefes son, en su mayoría evitables, nos dediquemos a cazarlos uno a uno, a pesar de la dificultad y los quebraderos de cabeza que eso nos acarreará.

   Por último queda hablar de lo que da el sobrenombre al juego, del por qué las sombras mueren dos veces. En la sangre de nuestro joven señor se esconde un poder ancestral, el Acervo del Dragón. Al ser un servidor de Kuro, el Lobo está unido a él y, por tanto, puede usar su poder para burlar a la muerte. Básicamente esto sirve para volver a levantarse tras morir y morir, como ya hacíamos en Dark Souls. Sin embargo, hay una nueva peculiaridad: la primera vez que caemos se nos dará la opción de volver a levantarnos, con la mitad de nuestra vitalidad y sin necesidad de resucitar en la última estatua ante la que descansamos. Este poder depende de un medidor que se llenará conforme acabamos con los enemigos, además de que también debe pasar un tiempo antes de volver a usarlo una segunda vez. Por tanto, tampoco nos resultará realmente decisivo contra un jefe especialmente molesto, pero nos puede servir para reparar algún descuido.

   Este poder tampoco viene sin coste, y no conviene abusar de él. Y es que al abusar de nuestra capacidad de resurreción, el poder del Acervo del Dragón puede estancarse en nuestra sangre y propagar una enfermedad entre lo que nos rodean. Esto hará que los personajes que nos ayuden puedan enfermar y llegar a morir. Si bien podremos curarlos, tampoco nos interesará lanzarnos como locos ante el peligro con la excusa de que nos volveremos a alzar de entre los muertos.

   Como parte negativa hay que señalar que la IA de los enemigos es un poco bipolar. Y es que si bien hasta el bandido más triste puede llegar a ponernos en un brete en un momento dado con su manejo de la espada, también parecen sufrir una epidemia grave de alzheimer, lo que hará que nos olviden pocos insantes después de que salgamos de su vista. Si bien es cierto que este punto de la IA es mejorable, tampoco llega a suponer un perjucio realmente para el juego, ya que eso nos permitirá planear nuestros movimientos para ir eliminando los enemigos en grupo de uno en uno antes de escondernos, esperar a que se relajen y pasar a por el siguiente.

 

CONCLUSIONES

Hidetaka Miyazaki consigue algo increíble con sus obras: no son sencillas ni amigables en absoluto, nos ponen al límite y nos exprimen cada vez más. Sin embargo, a pesar (o gracias) a todo ello, logran algo maravilloso. Logran que nos desafiemos nosotros mismos, y cada pequeño avance que logramos nos da una sensación de logro y orgullo personal realmente valioso. Sekiro no es una excepción, logrando que esta sensación que nos ofrece sea hasta más intensa que con sus predecesores.

   Más exigente que sus antecesores, Sekiro se alza como una obra maestra por méritos propios. Una compra obligada para todos los seguidores de Dark Souls, así como para cualquiera que no se arredre ante un auténtico desafío.

LO MEJOR

  • El sistema de batalla es realmente intenso, frenético e inmersivo. En ocasiones nos parecerá estar realmente en una lucha de espadas
  • El sigilo añade una nueva dimensión a esta reinvención de a fórmula, resulta natural y está integrado perfectamente con la acción
  • El diseño de los escenarios realmente magistral, de lo mejorcito que se puede encontrar.
  • Las luchas contra algunos de los jefes son incluso más intensas y espectaculares de las que encontrábamos en la saga Dark Souls.
  • La sensación de satisfacción que se produce al lograr avanzar es más fuerte que nunca.

LO PEOR

  • Técnicamente da algún problema menor de bajada de frames.
  • La memoria de la IA enemiga palidece ante la de Dory.
  • Hay unas pocas zonas que se repiten durante la historia.

NOTA: 9,6